jueves, septiembre 30, 2010

Experimento con monos

Hoy en Psicología hemos estado hablando del conductismo y el condicionamiento experimental, y el doctor Nieto nos ha puesto algunos ejemplos de experimentos con chimpancés. Después de la clase, y al hilo de ésta, un compañero se ha acordado de cierto experimento con monos que leyó hace algún tiempo en Internet y nos lo ha contado. Ahora yo hago lo propio con ustedes para que puedan ver con él que a veces nuestros hábitos y costumbres tienen un origen oscuro de causalidad incierta que, a poco que reflexionemos, se tornan obsoletos e irracionales. Y además es bastante divertido.


"Un grupo de científicos encerraron a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos.

Cuando uno de los monos subía la escalera para agarrar los plátanos, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que se quedaban en el suelo.

Pasado algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo molían a palos.

Después de haberse repetido varias veces la experiencia, ningún mono osaba subir la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos.

Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos.

La primera cosa que hizo el novato fue subir la escalera. Los otros, rápidamente lo bajaron, y le pegaron.

Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya nunca más subió la escalera.

Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo.

El primer sustituido participó con entusiasmo en la paliza al nuevo.

Un tercero fue cambiado, y se repitió el suceso.

El cuarto, y finalmente el último de los veteranos fue sustituido.

Los científicos se quedaron con un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentaba llegar hasta los plátanos.

Si fuera posible preguntar a alguno de ellos por qué apalizaban al que subía a por los plátanos, con certeza ésta sería la respuesta: "No lo sé. Aquí, las cosas siempre se han hecho así".
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(texto facilitado por Akin)

domingo, septiembre 12, 2010

Todo lo que muere antes de llegar a la garganta (y final)

Ellas, las palabras que guardaba dentro de mí, tenían miedo: morían siempre, a la altura de la glotis.

Resolvieron, pues, en atravesar el océano en un barco de papel.

Ahora, Yann Tiersen escava agujeros en mi pecho, y yo no acierto a creer que el tiempo avanza...



Tengo el corazón inundado de rabia y de tristeza.