martes, diciembre 23, 2008

La vida como escalera mecánica

Aquel día me pasó que no tenía ganas de vivir. Ya ves, antojos de niño mimado. Con las vueltas que le di no entiendo cómo no me quedé flotando patéticamente en la bañera de aguas rojas y con las muñecas abiertas -teatrillo que pretendía montar-. Pero me faltó valor, ya sabes, por eso de que no me había suicidado antes. Y no creas que vivía mal, que era un marqués: sacaba notazas sin estudiar casi, no me faltaba compañía en las noches de fin de semana, tanto de uno como de otro sexo; mi mamá y mi papá me adoraban y tenía un perro que se llamaba Boby (como en las películas). Además tenía todo lo que quería con un solo “mamá cómprame”. Aun así mi cerebro barajaba ideas macabras y sádicas al libre albedrío de la imaginación media del adolescente medio, sin cortarse un pelo. Aquel día simplemente me dio más fuerte de lo normal. Para maquillar la historia lo llamaremos brote psicótico. Ahí estaba yo, ojos funestos y mueca tristona, resuelto a poner fin a mi desidia particular.

Tiene gracia que fuera una hostia la que me hiciera regresar de mi mundo fantástico mortecino –o quizá no tenga tanta gracia-. El caso es que uno de mis enemigos acérrimos de patio de recreo se había levantado con mal pie, y mientras yo me comía el que iba a ser mi último bocata de tortilla con mayonesa se acercó a mí y empezó a sacudirme. Y de repente ¡zas!, sentía mis pies y mis brazos, y todo mi cuerpo. Era genial. Cuando terminó de desahogarse el angelico me levanté del suelo, libre de los pensamientos que antes me asolaban. Era consciente de mí mismo y de todo lo que me rodeaba: del calor del sol, del azul del cielo, de lo áspero de las baldosas del patio, de la sangre de mi labio superior… Me di cuenta con esa paliza de que me podían pegar sin ninguna razón, y que eso dolía un huevo. Las peleas de la tele no duelen. Las peleas de verdad duelen, pero el dolor se evapora.

Creó que desperté de la irreal vida que llevaba, una vida fácil, segura, aguada y sin sabor. Mi vida había perdido su salsa y ya vivirla o no vivirla era cuestión de tener los párpados arriba o abajo. La vida como escalera mecánica. Y es que la ausencia de esfuerzo era precisamente lo que la volvía insípida. Cuando consigues algo es el esfuerzo que realizas lo que le da valor a ese algo. Es el que hace que el cheque tenga fondos.

Ahora siempre evito las escaleras mecánicas.

jueves, diciembre 18, 2008

Esta Tierra es Mía


Dado la reticencia que tienen algunos por ver películas antiguas (con más añadido si son en blanco y negro) y a sabiendas de que poca publicidad le pueden dar ya, me veo en la obligación de recomendarles esta sublime película ambientada en "algún lugar de Europa" durante la ocupación nazi.

Véanla.

domingo, diciembre 14, 2008

Nuestro hogar



Es tan sencillo como que si no lo cuidamos se va TODO a tomar por culo.
Así que no me jodan.

martes, diciembre 09, 2008

Cosas serias

Hoy quería hablarte de cosas serias, y es que no hay cosas serias de las que hablar. Piensa, ¿qué has hecho hoy? Lo mismo, quizá, que ayer, o si hoy es martes, que el martes pasado. ¿Y de qué has hablado? Me lo imagino, de nada en especial, de la rutina. ¿Bromas, sarcasmos tal vez? Te entiendo, yo también lo hago para romper el hielo, o para reír simplemente. Pero, cuando vuelves a casa, cuando estás en tu cama a oscuras mirando al techo, dime, ¿en qué piensas?


Parece que, alrededor, el día a día me arrastra. Una rutina que me arranca mis ansias de vivir. Y no hablo del aburrimiento. Hablo de lo superfluo, de lo inútil. De lo facilón y lo estúpidamente gracioso. Hablo de la impotencia de saberme estéril ante cualquier atisbo de honor. Hablo de la muerte del respeto y la dictadura de lo imbécil. De esa moda de arrancarme el corazón para hacerme inmune a los ataques de los demás. Hablo de la ausencia de héroes, y del postizo significado que tiene hoy la palabra amigo. De toda esta mierda, de la que únicamente la maldita rutina tiene la culpa.

Hablo de un mundo donde la amabilidad, la solidaridad y la sinceridad suenan a mariconada y son por ello objeto de mofa, y donde lo único que cuenta si no quieres ser una ridícula marioneta inocente es mirar por ti y por nadie más. Ser espabilado, tener idea.

En esta puta sociedad ya no cabe la seriedad, todo es cómodamente irrelevante. Incluso puede que haya algún gilipollas que se tome esto a broma.

miércoles, diciembre 03, 2008

La maldición del genio, la genialidad de lo maldito

Unos dedos de mujer llenos de nicotina se disponen a teclear sin rubor fantasmas y demonios. Pero temen, temen. La angustia que momentos antes le estrangulaba el corazón ahora se resuelve en vómitos de lucidez sobre la sombra que todos llevamos a cuestas. Una sombra que en ella se dibuja nítida en cada movimiento de su maltrecho e increíblemente bello cuerpo. Los mechones le caen sobre la cara; los ojos, se afirman a cada palabra que va apareciendo en la pantalla. Aún se distinguen surcos negros que descienden sobre la mejilla hasta el final del mentón, hasta el precipicio. La habitación esta cerrada al mundo, porque insoportable se ha vuelto el que ya lleva a cuestas, y ni si quiera la luz, sino sólo la pálida del monitor, es necesaria. Escribe, brota y brota el genio, es el alivio de liberar el demonio. Mas no es eterno, ni siquiera momentáneo, ese alivio se va y queda el frío vacío. Ella lo sabe, y lo siente, y lo necesita.

Quizá algún día se pueda recomponer y sea libre de nuevo, y vuelva la sonrisa y la confianza, y pueda reconocer a las personas que por uno u otro motivo todavía la amamos. O quizá no.
Con todo serán esas palabras malditas las que sobrevivirán a ella y al cabo de siglos serán ellas las que sigan recordándola.

domingo, noviembre 30, 2008

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Y qué más da, estamos vivos.


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lunes, noviembre 03, 2008

Trenes



Train set and match spied under the blind

Shiny and contoured the railway winds

And I've heard the sound from my cousin's bed. The hiss of the train at the railway head

Always the summers are slipping away

A 60 ton angel falls to the earth

A pile of old metal, a radiant blur

Scars in the country, the summer and her

Always the summers are slipping away. Find me a way for making it stay

When I hear the engine pass I'm kissing you wide. The hissing subsides I'm in luck

When the evening reaches here You're tying me up. I'm dying of love It's OK
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Sé que si enfatizo demasiado mi amor por esta canción la van a aborrecer antes de haberla escuchado, así que simplemente pondré su nombre y el grupo:
Trains - Porcupine Tree

domingo, noviembre 02, 2008

La verdaderas personas que merecen la pena

Mi maestro: los tipos de la tele, mi trabajo: ganar dinero, mi pasatiempo: comprar cosas

Mi maestro: el egoísmo, mi trabajo: el egoísmo, mi pasatiempo: el egoísmo.

Rastrero sentimiento brotado de las entrañas del ser humano. Unánime amo de nuestras vidas, sin el cual seríamos perros en el fango. Ambición y selección natural: somos demasiados y hay que luchar por lo Nuestro. Mío, tuyo, suyo. La meta es ser rico, la meta es ser poderoso, la meta es ser el mejor.

¡pudríos todos! ¿y qué me queda a mí que detesto el egoísmo?¿y qué le queda a mi alma que de ver la misma mentira mil veces repetida ya casi la ve verdad? ¿Donde están mis sueños, donde la cordialidad, donde la amabilidad, donde el maravilloso desprendimiendo de uno mismo para con la persona querida?

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Gracias a aquellos que hacen que me equivoque. Gracias a aquellos que me devuelven la vida al devolverme la esperanza.
¿bondad? sí, bondad, en medio de todo, palpitando en corazones modestos, sin publicidad, sin tronos. Las verdaderas personas que merecen la pena.


Wish you Where Here.

Gracias.

domingo, octubre 19, 2008

Mecánica y Termología

Leyendo el "Con ánimo de ofender" de Pérez-Reverte, me he topado con un artículo bastante curioso que viene a resaltar el mismo problema que, con sudor y esfuerdo, mi amigo el pintor de sueños ha sufrido y plasmado genialmente en su serie de posts "Ingenio, ingenioso, ingenuo...". Y como siempre es mejor citar al maestro de uno que intentar en vano no plagiarle, aquí les adjunto el artículo en cuestión. Se titula "Mecánica y Termología":

Entra al bar de Lola, se acoda a mi lado en la barra y pide una caña. Mecánica y Termología, dice al segundo sorbo, con espuma en la nariz. Me ha quedado para septiembre, maldita sea. Y sin embargo -añade-, hoy acabo de encontrarme algo en el libro de texto que me ha puesto esta sonrisa en la cara, y aún me dura. Un libro de Física. Problema: "Los soldados españoles llamaban pacos a los moros porque el sonido de sus fusiles recordaba dicha palabra. ¿A qué se debía esto?". Respuesta: "El soldado español (blanco del disparo) oía primero un sonido fuerte y seco (¡pa!), que era la onda de Match, y después un ¡coo! más bajo y prolongado ocasionado por la onda expansiva del disparo. Su propio fusil les sonaba de un modo distinto, porque todo tirador se halla fuera de la región en que se propaga la onda de Match y no oye más que el estampido del disparo, ya que dicha onda se propaga paralelamente a sí misma, alejándose de la trayectoria de la bala, y, por tanto, del tirador."

Lola se acoda al otro lado del mostrador, interesada. ¿Y adónde lleva todo eso, chaval?, pregunta. Lleva, dice mi amgo, a que es reconfortante encontrar que haya gente capaz de poner un ejemplo así en un libro de Física. De decirte, ojo, tío, que estamos hablando de cosas que se vinculan no a un laboratorio, sino a la vida. Cosas razonadas durante siglos por gente que se sentaba a mirar, a extraer conclusiones de su entorno, en vez de congelar ese entorno en una probeta. También tiene que ver con que ahora la Educación es cada vez más específica y se nos orienta a ser técnicos en una sola materia. Se nos enseña la manera más barata y eficaz de apretar tuercas, sin preocuparnos si esa tuerca pertenecerá a una lavadora o a un misil tierra-aire; y por supuesto, a nadie le importa quien inventó la puta tuerca. El sistema, o sea, esos imbéciles que nos imponen los planes de estudios, hace que pasemos cuatrimestre en cuatrimestre sobre asignaturas de muchos créditos, que nos convertirán en científicos especializados, pero sin darnos una perspectiva de lo que es el mundo de ahí fuera...¿Me siguen?
-O sea -apunta Lola-, que te enseñan a follar pero no a enamorarte.

Le pido a Lola que no se meta, o que no se meta tanto. Sin embargo, a mi amigo le debe de haber gustado el ejemplo, porque le dedica a la dueña del bar una sonrisa ancha, reconocida. O igual lo que de verdad le gusta es Lola, con sus treinta muy largos o sus cuarenta muy cortos y su escote moreno, y sus ojos un poquito cansados a estas horas de la vida. Algo así, confirma. No nos enseñan a pensar. Ni siquiera nos dejan tiempo, ni verano, ni invierno, ni resquicios para mirar más allá de los textos, no para reflexionar sobre lo que aprendemos. ¿A quien le immporta que un moro se llame Paco?... Cuando entras en la facultad caes en la trampa: un remolino que te arrastra hasta que acabas la carrera hecho un robot, si es que antes no lo mandas todo a tomar por saco o te pegas un tiro.

-Qué mal rollo, ¿no? -tercia Lola.
Malísimo, confirma mi amigo. Y sólo si tienes voluntad y cojones, si arrancas ratos perdidos, si te preocupas de lo que te rodea, y lees, y viajas si puedes, y miras, acabarás sabiendo algo de lo que es el mundo. Pero esa es un opción personal que no está al alcance de todos; se lleva mucho del poco tiempo que te dejan, y a veces se paga caro. Por eso no todos están dispuestos a intentarlo. Y te encuentras con gente estupenda quedándose en la cuneta, sin haber leído nunca un libro de historia o una novela o un ensayo que nos digan de dónde venimos y hacia dónde vamos. Que nos recuerden, con los ejemplos terribles que el hombre ha fabricado durante siglos, lo peligroso que es el progreso en manos de almas vacías de humanidad, de malvados y de irresponsables. Y al final seremos científicos especializados sin valores ni memoria, brillantes, vanidosos, avaros e incultos. Y clonaremos vacas y personas y hasta nuestra propia alma, que no valdrá una mierda.

-¿Saben quén es Ian Malcom?
Le decimos que no, que no tenemos ni idea. Un cantante inglés, aventura Lola. Y mi amigo sonríe con juvenil suficiencia, y nos cuenta que Ian Malcom es un personaje de "Parque Jurásico", y que allí dice: "Ustedes sólo se preocuparon de si podían hacerlo, no de si debían"... Por eso es raro y gratificante, añade, encontrarse de pronto un ejemplo perdido en un libro de Física, como el del soldado y el Paco, tomado de una guerra de la que nadie se acuerda. Algo que se refiere a la conjunción de la historia y la ciencia, y que nos confirma que los teoremas, las leyes, las derivadas parciales y las integrales, forman parte de la vida real. Y que sin esas referencias, los seres humanos sólo serían ecuaciones y tuercas sin alma.

-Ese chaval se come demasiado el tarro -dice Lola cuando mi amigo termina su cerveza y se larga-. No creo que te dé para un artículo... Pero reconozco que lo del soldado y el moro tiene su puntito.

sábado, septiembre 20, 2008

La flaqueza del bolchevique

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"Un hombre no es más que los pedazos de sí que ha entregado en su sacrificio por otros. Todo lo que uno padece por sí mismo es mierda que cae en la arena donde nada nace".


Sencilla, directa, sublime.

lunes, septiembre 08, 2008

Fábula del capitalismo

Y hete aquí un hermoso cerdo con monóculo, sombrero de copa y muy finas maneras, sonriendo entre cortés y burlón a las demás ovejas. Aunque así y todo no lograba el marrano disimular su redondo morro lleno de mocos y el hediondo y porcino olor que desprendía, el cual junto a los tres litros de Armani rociados en su carne creaban una densa y repugnante fragancia que se apreciaba a unos dos metros.

Muy guapas y recién esquiladas, las ovejas se amontonaban en torno al cerdo, esperando ansiosas y excitadas a que comenzase el discurso, pues era bien sabido que cuando reunía a todas las ovejas era para ofrecer siempre productos novedosos, brillantes y de alta tecnología, indispensables para los tiempos que corren.

Hacía dos semanas que el evento se anunciaba en cincuenta de los setecientos canales que recogía el repetidor de la ciudad y que podían disfrutar las ovejitas. Así, el reclamo aparecía una media de seis o siete veces al día en el televisor de cada habitación de cada casa de cada barrio de la ciudad, con lo que cuando tuvo lugar la reunión todas estaban felizmente informadas.

Aquel multitudinario meeting ovino parecía de lo más invernal puesto que el blanco blanquísimo de su lana ocupaba toda la avenida, cual alfombra de nieve sobre follaje campestre.

Nuestro muy elegante cochino anunció las esperadas novedades tecnológicas con una pasión admirable, recalcando aquí y allá lo fáciles y cómodas que serían de ahora en adelante la vida de las ovejas. Cosas como el limador de pezuñas sensibles, el champú especial de rizos espesos que no apelmazaba o la nueva temporada otoño-invierno de moda con conjuntos para cada día de cada mes extasiaban a las ovejitas, que todo lo veían absolutamente imprescindible.

Como era de preveer los pobres corderos compraron y compraron sin dudar nunca de la buena fe de los cerdos, pues ¿no eran ellos los que mejoraban su vida? Y los cerdos fabricaban y fabricaban sin importarles lo más mínimo otra cosa que no fuera enriquecerse. Así, los corderos, por complicidad o estupidez, y los cerdos por absoluta avaricia mantenían ese sistema de relaciones.



Un día los recursos se agotaron y la Tierra no pudo soportar más contaminación. Los cerdos estaban demasiado cegados por el dinero para importarles otra cosa, los corderos estaban demasiado cegados por el consumo y el bienestar para importarles otra cosa. Todos estaban cegados por su propio egoísmo para siquiera ver que la Tierra moría.

Así, primero murieron los corderos y más tarde los cerdos. Pero lo más triste no es que murieran, lo penoso del asunto es que murieron sin recordar que todos y cada uno de ellos no eran animales sino personas. Personas que podían haberse preguntado, que podían haber sido críticos con sus actos y consecuentes con sus decisiones.

Pero prefirieron los unos ser corderitos estúpidos, ciegos, egoístas y comodones, y los otros ser cerdos estúpidos, ciegos, egoístas y comodones.

miércoles, agosto 13, 2008

La caja tonta

Quien iba a decir que ese gracioso apodo se quedaría tan vergonzosamente corto. Pero así es, el grado de bazofia que últimamente escupe la tele es tan visceral que no sé como no se nos cae la cara de vergüenza.

Un día, la inventiva humana dio uno de los aparatos más geniales que existen, la televisión. Un aparato con infinitas posibilidades nunca antes soñadas por nadie. Cuando fue creada se llegó a la conclusión de que se utilizaría para entretener y enseñar, algo perfectamente lógico y sensato. Pero claro, el inventito estaba en manos de los corruptos seres humanos, por lo que esta primera intención se fue degradando paulatinamente hasta llegar al espantoso y malformado híbrido que conocemos hoy.

Hay días en los que me siento temerario y cometo la insensatez de enchufar la tele. Normalmente me encuentro con cuatro o cinco analfabetos que dicen ser periodistas discutiendo –y cuando digo discutiendo me refiero a gritándose, insultándose, ridiculizándose, tratándose irrespetuosamente y con sarna, algunas veces con tanta displicencia por sus contertulios y por el tema en cuestión que la hipocresía resulta insoportable-, discutiendo, decía, sobre cuestiones zafias y sin ninguna relevancia real pero que por lo visto son muy interesantes. La mayoría tratan sobre la ruptura/unión/infidelidad/casamiento/cambio de sexo de la sobrina del ex marido de la hija de una cantante famosa, o del primo de la novia de un ex amante de un famoso torero (nótese que siempre hay algún ex de por medio). Temas, al fin y al cabo, sin los cuales nadie en su sano juicio podría pasar una semana entera. Sin embargo, ansiosos todos por saber más y más, estos noticiarios llamados rosas no se limitan solo al fin de semana y, con el único deseo de saciar nuestra sed de vidas ajenas, aparecen en televisión todos los días más de diez programas que, si bien no todos tratan exclusivamente de estos temas, sí ocupan casi media jornada de emisión en todas las cadenas –salvo honrosas excepciones, como la marginada La2-. Estos programas diarios lucen sin pestañear lo poco que un día puede dar de sí, obsequiándonos con reportajes, si cabe, mucho más interesantes que los de fin de semana. Así, después de comer, para rebajar la comida –que es una manera más correcta de decir que entran ganas de defecar o vomitar- se nos deleita con imprescindibles noticias, como la compra de un croissant por Belén Esteban en una panadería, o el viaje en coche de Paquirrín de su casa al trabajo –imagínense la voz en off narrando con emoción como aquel día casi atropella el susodicho a un indefenso periodista mientras las imágenes nos muestran al uno arrancando y al otro poniéndose en medio para sonsacar información-, sin olvidar, por supuesto, la diaria noticia de que Julián Muñoz sigue en la cárcel, tipo: “día 12, Julián Muñoz sigue en la cárcel…día 13, sin novedades en la cárcel…” A este respecto, y puestos a ser creativos, se podría hacer un mural que ocupara la Glorieta entera escribiendo todas las fechas que han dado por el momento referidas a la salida de este hombre de la cárcel. Por último, me gustaría recordar un programa que emitieron hace poco, en el cual unos cuantos periodistas aventureros, cámara al hombro, perseguían en coche a famosos por carreteras y autovías con un cuentakilómetros para mostrar a toda España las infracciones de velocidad que cometían los afortunados –por supuesto, para seguirles el ritmo, los periodistas también las cometieron-. Juzguen ustedes mismos lo increíblemente vergonzoso del asunto.

Ahora viene lo más duro, la cuestión moral. ¿Cómo es posible que la televisión se haya degradado tanto? Ciertamente, el mundo rosa de salsa de tomate es entretenimiento, uno de los puntos de la finalidad de la tele, pero no a toda costa. Se denigran los modales, el respeto a los demás y, lo más importante, la educación. ¿Por qué esos programas existen? La respuesta es muy triste, porque los vemos. Alguien podrá aventurarse más allá y se preguntará, ¿y por qué la pauta para emitir algo tiene que ser la audiencia, si está demostrado que produce esos programas? Pues porque lo que sostiene toda esta maquinaria es el dinero, el capitalismo: la audiencia da dinero por lo que los productores y los altos ejecutivos no se paran en minucias morales y crean programas que den dinero. El dinero es lo más importante. Caemos en un círculo vicioso de avaricia –a la cual el capitalismo da vía libre- y de estupidez, ya que los productores apuestan por lo que da dinero, y lo que da dinero es la estupidez de la gente que sólo es capaz de entretenerse con una bazofia directa, facilona y grosera.

¿Es que nadie se da cuenta? ¿Es que nadie va a hacer nada? ¿De verdad hay que resignarse a tanta estupidez?

viernes, agosto 08, 2008

Un difícil punto de vista

Todos nosotros conocemos cómo fue aquella catástrofe humana que llamamos segunda guerra mundial, o al menos nos hacemos una idea. Y la mayoría de nosotros tenemos una consideración bastante sólida de lo que los nazis fueron (a saber, unos autenticos hijos de la gran puta). Cuando pensamos en que la mayoría del pueblo alemán subió al poder a un lunánito que por una estúpida teoría de soberanía de razas asesinó a millones de personas inocentes, que les quitó su libertad, su dignidad, y por último su vida, pensamos que el pueblo alemán es (o fue) algo repugnante. Sin embargo ni aquí podemos generalizar (lo de generalizar es algo que siempre he aborrecido) pues, aunque sí es cierto que la mayoría de alemanes se tragaron a pies juntillas lo que Hitler decía y vieron en él (intelectuales, científicos y filósofos incluidos) la salvación de la dignidad alemana y el avance tecnológico y social que tanto necesitaba el país después de la Gran Guerra, conforme avanzaba su gobierno el desencanto y la realidad se iban apoderando de muchos.

Por esa razón quiero aquí mostrar cierto pasaje de la novela "Doktor Faustus" de Thomas Mann, en el cual el autor -alemán y judío que vivió las dos guerras mundiales- manifiesta sus complejos sentimientos hacia todo el horror que veían sus ojos, ya al término del régimen nazi:

"Estamos perdidos. Quiero decir con ello que está perdida la guerra, pero esto significa algo más que una guerra perdida: significa que estamos perdidos nosotros, que están perdidas nuestra causa y nuestra alma, nuestra fe y nuestra historia. Se acabó Alemania. Se está preparando un inconcedible derrumbamiento, económico, político, intelectual y moral, total, para decirlo de una vez. Lo que se prepara es la desesperación y la locura -y no quiero haberlo deseado porque es demasiado grande la lastimosa compasión que este pueblo desgraciado me inspira-. y cuando pienso en lo que ocurrió hace diez años, en el ciego entusiasmo de aquel levantamiento, en aquella marcha arrebatada, en aquel impulso que había de ser un principio purificador, un renacimiento de la raza, un sagrado enajenamiento, pero que llevaba ya en sí, como signo advertidor de su falacia, no pocos elementos de crueldad, de brutalidad, unidos al sucio deseo de hacer el mal, de atormentar, de humillar, y que así mismo arrastraba consigo, para quien no fuera ciego, esta guerra que estamos viviendo -cuando pienso en todo ello mi corazón se retuerce de angustia ante los inmensos tesoros de fe, de fervor, de energía histórica que fueron invertidos en la empresa y que van a quedar pulverizados en una bancarrota sin precedentes. No, no quiero haberlo deseado, y he tenido, no obstante, que desearlo; sé que lo deseo aun hoy y que habré de celebrarlo cuando ocurra: por odio a lo que es sacrílego desprecio de la razón, pecadora obstinación contra la verdad, culto vulgar de un rito más vulgar aún, abuso ofensivo y desvergonzada dilapidación de los valores antiguos y auténticos, de la fidelidad y de la confianza, de cuanto es esencialmente alemán y que badulaques y falsarios convierten ahora en pócima venenosa bajo cuya influencia se pierde el sentido de las cosas. Esa embriaguez en las que, aficionados siempre a embriagarnos, nos sumimos durante años engañosos de vida fácil, de crímenes sin fin, no hay más remedio que pagarla. ¿Cómo? He usado ya la palabra junto con otra: desesperación, y no quiero repetirla. No es posible dominar dos veces el terror con que la escribí, unas líneas más arriba, cuando por lamentable distracción se escaparon las letras de mi pluma."

miércoles, julio 09, 2008

From the beginning

Es harto discutible que cualquier persona tenga algo que decir al respecto de nada. Eso es algo que, desgraciadamente, con el tiempo se convierte en evidencia. Por fortuna -aunque muchos quejumbrosos mierdecillas se empeñen en pensar lo contrario- hay gente que aun reconoce esta vida. Que la siente y la necesita, que no vive a espaldas de ella o a pesar de ella, que la comprende o al menos intenta comprenderla. Son esas personas con la curiosidad a flor de piel que buscan entender lo que les ocurre, lo que nos ocurre. Ellos no se conforman, no se someten mas que a su propio raciocinio, ellos saben que tienen un arma infinita y devastadora: su mente, su razón.


Esta es una vida cruel, injusta y vil porque así es nuestra naturaleza -no hay nada más humano que la crueldad-. Y, maravillosamente, somos nosotros mismos los únicos que podemos cambiarla. Si no nos dejamos llevar por la costumbre y los prejucios, si nos cuestionamos todo lo establecido, si todo lo sopesamos y lo juzgamos, si nadie más que nosotros somos responsables de nuestras propias decisiones, entonces podremos crear nuestra propia vida sobre los verdaderos valores que creamos justos.

Yo soy dueño de mí, y solo mi razón me dirá lo que es justo y lo que no.
Yo crearé mi propia senda a martillazos.