miércoles, diciembre 03, 2008

La maldición del genio, la genialidad de lo maldito

Unos dedos de mujer llenos de nicotina se disponen a teclear sin rubor fantasmas y demonios. Pero temen, temen. La angustia que momentos antes le estrangulaba el corazón ahora se resuelve en vómitos de lucidez sobre la sombra que todos llevamos a cuestas. Una sombra que en ella se dibuja nítida en cada movimiento de su maltrecho e increíblemente bello cuerpo. Los mechones le caen sobre la cara; los ojos, se afirman a cada palabra que va apareciendo en la pantalla. Aún se distinguen surcos negros que descienden sobre la mejilla hasta el final del mentón, hasta el precipicio. La habitación esta cerrada al mundo, porque insoportable se ha vuelto el que ya lleva a cuestas, y ni si quiera la luz, sino sólo la pálida del monitor, es necesaria. Escribe, brota y brota el genio, es el alivio de liberar el demonio. Mas no es eterno, ni siquiera momentáneo, ese alivio se va y queda el frío vacío. Ella lo sabe, y lo siente, y lo necesita.

Quizá algún día se pueda recomponer y sea libre de nuevo, y vuelva la sonrisa y la confianza, y pueda reconocer a las personas que por uno u otro motivo todavía la amamos. O quizá no.
Con todo serán esas palabras malditas las que sobrevivirán a ella y al cabo de siglos serán ellas las que sigan recordándola.

3 comentarios:

Gabriel dijo...

Vivir para crear o crear para sobrevivir... agustia insaciable.

Bueno, muy bueno, me gusta.

kutltdsdc dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
kutltdsdc dijo...

No sé si será demasiado atrevido (espero que sí), pero mientras leía tu escrito se iba dibujando en mi mente la imagen de una persona que creo conocer bien. Alguien que no hace sino crear a cada segundo. Inconscientemente, sí, pero dotando al mundo de sentimientos impensables.
Así que yo seguiré viviendo sólo para percibir (si soy capaz) qué más puede crear, añadiendo lo nuevo a lo que ya creó dentro de mí, cosa que nadie nunca antes había hecho.

Y luego estás tú. Con tu prosa, descarnada y poética, haces que toda la basura de Internet se sienta muy lejos, donde aquellos que, en su arrogancia y prepotencia, se creyeron en posesión del derecho a escribir lo que les diera la gana. Dado que no es un derecho, sino un privilegio, esforzémonos por no hacerlo burdo, por conservar lo bello, lo recto.
La mayoría de la gente se rinde antes pero tú, tú lo has logrado.

En cuanto a mí, intentaré mantener mis metas el mayor tiempo posible, pero caeré. Y nada de lo que haya escrito, nada de lo que haya intentado hacer para evitar mi caída será recordado, ni siquiera por mí. Pero estaré tranquilo, porque sabré que tú, insaciable, junto con muchos otros que no cayeron, seguirás dotando al escribir de setido.