Acabo de saber de la muerte de una persona importantísima para la música en general. Una persona, que a no ser que hayas estudiado piano en España o tengas vastos conocimientos sobre el asquerosamente elitista mundo del clásico probablemente ni te suene. Me refiero a
Alicia de Larrocha, que falleció en Barcelona el pasado 25 de septiembre, a la edad de 86 años, a causa de un proceso cardiorrespiratorio. Fue una excepcional pianista que, entre otras muchas cosas, supo captar y transmitir la magia y la genialidad de las obras de Enrique Granados e Isaac Albéniz, y hacerlas llegar a todos los rincones del planeta. En cierto modo los sacó de España y los expuso a todo el mundo para que admiraran la enormidad de su música.
Hoy yo debo acordarme de ella, hoy debo rendirle un homenaje, aunque sea con los modestos medios de que dispongo, porque cuando mi profesor de piano me voló la cabeza con Triana, no dudó en instarme a escuchar la Suite Iberia entera por Alicia de Larrocha; porque cuando me enamoré de las Goyescas ella fue la que hizo de alcahueta; porque cuando busco algo de los grandes románticos españoles siempre lo encuentro, y siempre es ella la que me lo interpreta . Y, en definitiva, porque si no hubiera sido por ella, el mundo se hubiera perdido una música increíble, de la talla de las más grandes y, por qué no decirlo, genuinamente española.

Muchas gracias por todo lo que nos dejas, Alicia