domingo, agosto 15, 2010

Viaje a la Cataluña independiente

He pasado una semana en Cataluña, disfrutando del majestuoso circo romano de Tarragona, del maremagnum políglota de gentes que inundaban las ramblas de Barcelona, del grandioso techo del Palau de la música, de la cada vez más increíblemente bella Sagrada Familia... y, durante el viaje, no podemos evitar mis primos catalanes y yo, hablar largo y tendido sobre la independencia. El discurso de ellos, que yo entendí como el de la mayoría catalana no es tan elevado como se suele creer en el otro lado de las tierras españolas. Para entenderlos, lo único que hace falta es sentarse a su lado y escucharlos sin ningún tipo de juicio previo. Aquí recojo las ideas y los sentimientos que ellos me dieron a ver al respecto de la independencia de Cataluña, es decir, el problema visto desde dentro, y mis opiniones al respecto.

De lo que me di cuenta estando allí es que uno de los argumentos que todavía persiste en la mente de algunos catalanes como una resaca que no acaba de irse es el de la fascista represión española. Algunos (y recalco lo de algunos) la tienen tan calada que incluso ahora en cualquier movimiento del gobierno ven una sádica mengua de su identidad catalanista y una imposición a la fuerza de tradiciones españolas que nada tienen que ver con ellos. Por supuesto esto no es más que cierto resquemor que todavía les dura de la dictadura y que la mayoría no le da verdadera credibilidad.

Se podrían sintetizar, a mi juicio, en dos las razones de por qué los catalanes quieren independizarse y forman su propia nación: una es económica y la otra moral. La más importante de ellas, no se equivoquen, es la económica, que viene a resumirse así: las empresas catalanas producen muchos más beneficios que la mayoría de las empresas de otras comunidades autónomas, es decir, es un sustento bastante importante de la economía nacional. Así pues, los catalanes argumentan que el gobierno español se está llenando los bolsillos a su costa y que por eso mismo no les quieren dar la independencia, que ellos solitos son capaces de autoabastecerse. "Si Extremadura pidiese hoy la independencia se la concederían mañana mismo". En mi opinión tienen toda la razón en cuanto a que el gobierno central no tolera su independencia no por patriotismo sino porque no le sale rentable, al igual que considero egoísta y sin sentido lo de que se llenan los bolsillos a su costa porque estoy casi seguro (aunque no lo sé cierto) de que el Estado invierte proporcionalmente en cada comunidad autónoma en base a los beneficios que produce, con lo cual si Cataluña produce más también recibe más que otras comunidades.

El otro gran argumento es el moral, el patriótico. Antes que nada tengo que dedicar unas cuantas palabras en defensa del catalán como una lengua más, ya que el de la lengua es un discurso que todos los catalanes tienen clarísimo: hay que preservar el catalán, lo cual estoy completamente de acuerdo. Una lengua trae consigo la evolución histórico-social e incluso psicológica de una demografía concreta. Leyendo en ella encontramos el pasado de sus gentes, su historia y su identidad en cuanto a que conocemos sus derivas lingüísticas. Con lo cual sí, el catalán ha de sobrevivir, y para ello se han de tomar medidas públicas al respecto.

El argumento patriótico es muy simple: yo no me siento español sino solamente catalán, así que nadie tiene derecho a imponerme una nacionalidad que no siento mía. Para mí esto no tiene objeción ninguna, si todos los catalanes pensaran eso, a mi juicio, tendrían todo el derecho del mundo a independizarse. Dicho esto, sí quiero dejar algo claro en cuanto al patriotismo en general,y es que hay que llevar mucho cuidado con él porque el patriotismo es un arma de doble filo y se le tiende a dar más significados de los que posee. En otras palabras: esas distinciones que se crean entre las personas debido a la distancia geográfica (las costumbres, las regligiones, las lenguas...) son mucho más insignificantes que las cosas que nos unen por pertenecer a la misma especie. La patria, el nacionalismo, se deben interpretar como un acúmulo de circunstancias geográficas comunes que hacen que nos unamos más a las personas de nuestra región, nunca se debe entender el nacionalismo como un signo que nos diferencia de las demás personas de otros países porque las diferencias reales que hay son tan nimias y relativas (seguro que muchos alemanes o franceses o japoneses se parecen más a mí que algunos españoles) que no merece la pena crear esos abismos entre unos y otros que muchas veces suponen los gentilicios. Además de todo ello, estamos en el siglo XXI: la era de la globalización. La era de Internet y el neoliberalismo económico. Lo que toca ahora es que nos reconozcamos poco a poco en todos los rincones del planeta, y nos demos cuenta de que al fin y al cabo somos todos iguales en lo esencial: todos nos reímos, lloramos, sufrimos, amamos, etc. En este momento de la historia no podemos sino parecenos más unos a otros.

Así pues, respetaría la decisión si algún día se tomase, de que Cataluña sea una nación independiente, al igual que sigo defendiendo que las naciones, por la simple desvirtuación del sentimiento nacional, son peligrosas y para lo único que sirven es para alejarnos más entre nosotros.

5 comentarios:

Manu AMS dijo...

Lo triste en esta discusión es lo de siempre.

Las razones del pueblo pueden ser buenas, malas, pero en todo caso respetables.

Sin embargo, las razones del círculo selecto de políticos catalanes que siempre están intentrando montar gresca y enesmitades, son mucho menos loables, y se resumen en dos: poder y dinero.

Se aprovechan del sentimiento patriótico y de razones económicas para tratar de obtener ambas cosas. Estoy seguro de que Cataluña o España les importa una mierda. Al final todo se resume en lo mismo cuando llegamos a las altas esferas.

Entrando ahora en lo personal, a mí me gustaría que España se mantuviese unida tal y como es hasta ahora, por motivos sentimentales e históricos. Pero si el pueblo catalán quisiera unánimemente separarse, no habría otra que aceptarlo. Lo que queda por ver es si existe esa unanimidad.

Ale Ortega Prieto dijo...

Perdón por no dedicarme a leer todo, si creo que merece largo tiempo lo que has escrito.. pero permíteme decir que lo que me llama la atención de tu blog es la tristeza que denota, la imagen de cabecera, el negro vacío del fondo.. no es una crítica pero si me llama la atención. Abrazo!

Ethos dijo...

Vaya, la verdad es que tienes razón. Usé el negro porque pensaba que quedaría un poco elegante... Tendré que arreglarlo. Gracias por tu observación, Amor más que Amarillo. Y no te preocupes, lee lo que quieras cuando quieras.
Un abrazo a ti también.

Salvador Navarro dijo...

me gusta tu intento reflexivo de llegar a comprender intentando no dejarte llevar por pasiones... con objetividad. Aunque, quién es objetivo? Yo también lucho porque las patrias tengan una mínima importancia frente a la persona

un abrazo
Salva

Ethos dijo...

Me alegro de que opines como yo en cuanto al sentimiento nacional. Es muy fácil coger ciertos hechos comunes entre muchos (como el color de la piel, el sexo, la nacionalidad) y con ellos como banderas proclamar la diferencia y la animadversión hacia las otras personas que APARENTEMENTE no son como tú, cuando en realidad no existe esa diferencia tan abismal. Sin se entendiera la patria como lo que en verdad es sería algo bonito, pero la realidad es otra.

Bienvenido al blog, Salva. Un saludo a ti también.