sábado, agosto 01, 2009

Careful with that axe, Eugene

Una tarde calurosa, calor asfixiante. Ambiente cargado de apatía, las cuatro de la tarde. En la calzada de una de esas típicas calles residenciales americanas, con casas de madera y jardines, y una hilera de árboles de hoja caduca recorriendo la acera. Está ahí Eugene. Me imagino mirando por los ojos de Eugene, una visión naranja, naranja saturado, como si el calor derritiese los colores. Un naranja de locos. La calle avanza lenta, inclinada y balanceándose. Eugene avanza paso a paso. Eugene es horrible, regordeta. Eugene es retrasada. Avanza...poco a poco. Eugene lleva un camisón de flores, y un hacha en la mano. Fuera se ve un hombre que lava su coche. Avanza...poco a poco. La imagen se corta y viene otra, Eugene ha avanzado, el hacha llena de sangre, la manga derecha de Eugene llena de sangre. Un cadáver...otro cadáver... Paso a paso... [Gritos, gritos... se oyen en el exterior]. La calle se balancea, el hacha se balancea. Eugene sonríe tonta. Hay mucha gente. Cadáveres. Hay mucha gente. Hay camillas, fuertes correas de cuero... y miembros cercenados...miembros cercenados...


Al genio de Pink Floyd, al cual ni la propia cordura pudo limitar