viernes, junio 24, 2011

Ese enquistado platonismo que vive en mí venenoso se nutre de continuo en letras y sonidos que me son imposibles de evitar. A ellos recurro una y otra vez como un bobo sin memoria, anidándome en las entretelas del juicio ideas sobre la intensidad de la vida carentes por completo de representación real. Y sin embargo caigo y caigo, y no puedo parar de beber en aquellos versos que me cortan en mil pedazos, y me engañan, y me dan la vida, y me engañan. Siento huracanes que sólo podré sentir de invenciones, pues no existen aunque los sienta. Y si soy un cobarde lo soy por permitirlo, y por abandonarme a ellos.
¿Qué es real y qué no, A.? ¿Qué es necesario y qué estúpido barroquismo?
Creo que ni tú lo sabes.

martes, junio 21, 2011

Tú no lo recuerdas
pero ya caí contigo,
morimos los dos,
sepultados de melancolía.

Y si me di cuenta tarde,
me di cuenta,
ya no hay muerte alguna
sino la del fin.

No quieras entonces caer más
pues caeremos infinitamente inmóviles,
e inmóviles nos daremos cuenta, al morir,
que estábamos vivos.