Es harto discutible que cualquier persona tenga algo que decir al respecto de nada. Eso es algo que, desgraciadamente, con el tiempo se convierte en evidencia. Por fortuna -aunque muchos quejumbrosos mierdecillas se empeñen en pensar lo contrario- hay gente que aun reconoce esta vida. Que la siente y la necesita, que no vive a espaldas de ella o a pesar de ella, que la comprende o al menos intenta comprenderla. Son esas personas con la curiosidad a flor de piel que buscan entender lo que les ocurre, lo que nos ocurre. Ellos no se conforman, no se someten mas que a su propio raciocinio, ellos saben que tienen un arma infinita y devastadora: su mente, su razón.
Esta es una vida cruel, injusta y vil porque así es nuestra naturaleza -no hay nada más humano que la crueldad-. Y, maravillosamente, somos nosotros mismos los únicos que podemos cambiarla. Si no nos dejamos llevar por la costumbre y los prejucios, si nos cuestionamos todo lo establecido, si todo lo sopesamos y lo juzgamos, si nadie más que nosotros somos responsables de nuestras propias decisiones, entonces podremos crear nuestra propia vida sobre los verdaderos valores que creamos justos.
Yo soy dueño de mí, y solo mi razón me dirá lo que es justo y lo que no.
Yo crearé mi propia senda a martillazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario